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Paseos a caballo en la playa

Paseos a caballo en la playa

Los paseos a caballo en la playa son una experiencia inolvidable en Águilas.

Si te gustan los caballos y el mar, no puedes perderte la oportunidad de disfrutar de unos paseos a caballo en la playa en el Campo de Águilas.

Es un lugar lleno de encanto y naturaleza en la Región de Murcia.

Te voy a contar cómo fue mi viaje de cuatro días en el que viví una aventura increíble que siempre recordaré.

 

Paseos a caballo en la playa

 

Los motivos que me llevaron a Águilas fueron otros distintos a los de hacer turismo, pero, una vez allí, descubrí un entorno de naturaleza privilegiado y cultura.

Había concertado una visita a una propiedad que tengo que conocer para poner a la venta en la web. Se trata de un cortijo en un entorno rural muy cerca de la playa.

Una de las características de esta finca es que es un complejo ecuestre enfocado a la hípica con instalaciones propias para caballos.

Cogí el coche y salí bien temprano, ya de amanecida con un café solo en el cuerpo y el olor de la artemisa mojada por el rocío matinal.

Tras una breve parada en el Mesón los Rosales, que es de esos lugares de parada obligatoria cuando sales de viaje.

 

Paseos a caballo en la playa
Mesón los Rosales, un alto en el camino que te sorprenderá

 

Es de esos lugares en el camino diseñado exclusivamente para gente viajera. Aquí, cuando entras a por algo encuentras de todo porque tienen una tienda de productos locales que es la envidia de cualquier local gourmet de la capital.

Tras otro café acompañado por una tostada de tomate y aceite de oliva virgen extra, lo que ahora llaman AOVE, y tras dos miguelitos empacados para el camino, continué el camino ya con el insolente sol anunciándome lo que iba a hacer del día.

 

Llegada al cortijo y primer contacto con los caballos

Llegué a Águilas desde Madrid en unas 5 horas, siendo un viaje cómodo y rápido que me permitió admirar el paisaje del sureste ibérico.

Llegué al cortijo, justo a la hora de comer, donde me alojé, situado en el paraje de El Romeral, a unos 10 minutos en coche del centro de Águilas.

Ya no está abierto al público porque sus propietarios desean venderlo y retirarse.

 

Paseos a caballo en la playa
Cortijo en Campo de Águilas El Labradorcico – Centro ecuestre

 

Se trata de un complejo rural llamado El Labradorcico, que ofrece habitaciones acogedoras y confortables, con baño privado, aire acondicionado y wifi.

Además, cuenta con un entorno ajardinado, huerto de olivos y frutales, zona de barbacoa, donde se puede disfrutar de la tranquilidad y el buen clima.

Lo mejor del cortijo es que dispone de un centro ecuestre propio, donde se pueden realizar paseos a caballo por la playa y por el campo.

Nada más llegar, me recibieron los dueños del cortijo, que fueron muy amables y atentos. Me enseñaron las instalaciones y me presentaron a los caballos, que estaban en unos amplios corrales.

Había caballos de diferentes razas, tamaños y colores, todos muy bien cuidados y entrenados.

Me explicaron que los paseos a caballo se adaptan al nivel y las preferencias de cada jinete, y que se puede elegir entre diferentes rutas y horarios.

Como era mi primera vez montando a caballo, me asignaron a una yegua llamada Luna, blanca, de ojos azabache, muy mansa y cariñosa.

Me dieron unas nociones básicas sobre cómo montar y comunicarme con ella, y me pusieron el casco y el chaleco de seguridad.

Después, me subí y me reuní con un grupo de otras cuatro personas y Félix, el monitor. Salimos a dar un paseo por el campo.

Fue una experiencia muy bonita y relajante, sentir el contacto con el animal, el aire fresco y apreciar el olor a tomillo y a esparto que nos rodea.

El monitor nos fue explicando algunas curiosidades sobre la zona y los caballos, y nos hizo algunas fotos para el recuerdo.

El paseo duró una hora aproximadamente, y al volver al cortijo me sentí muy satisfecha y feliz.

Me despedí de Luna con unas caricias y unas zanahorias, me fui a ducharme y a cambiarme para ir a cenar.

El cortijo ofrece servicio de restaurante, donde se puede degustar la gastronomía típica de Águilas, basada en los productos del mar y de la huerta.

Yo pedí una ensalada murciana, un arroz caldero con pescado y marisco, y de postre un pastel de cidra, una fruta típica de la zona parecida al limón.

Todo estaba delicioso y bien presentado. Después de cenar, me fui a dormir temprano, pues al día siguiente me esperaba una nueva aventura: un paseo a caballo por la playa al amanecer.

 

Paseo por la playa al amanecer y visita al Parque Regional Cabo Cope y Puntas de Calnegre

Me levanté muy temprano, sobre las seis de la mañana, para prepararme para el paseo.

Desayuné algo ligero en el cortijo, y me fui con el mismo grupo del día anterior y el monitor al centro ecuestre.

Allí nos esperaban los mismos caballos que habíamos montado el día anterior, ya ensillados y listos para salir.

Nos subimos a ellos y seguimos al monitor por un camino que nos llevó hasta la playa más cercana: La playa de La Higuerica.

 

Paseos a caballo en la playa
Playa de la Higuerica

 

La playa de La Higuerica es una playa virgen de arena fina y dorada, rodeada de dunas vegetales y acantilados.

Tiene unos dos kilómetros de longitud y forma parte del Parque Regional de Cabo Cope y Puntas de Calnegre, un espacio natural protegido que alberga una gran diversidad de flora y fauna.

Al llegar a la playa, el sol empezaba a asomar por el horizonte, tiñendo el cielo y el mar de tonos rosados y naranjas. Fue un espectáculo impresionante, que nos dejó sin palabras.

El monitor nos dijo que podíamos soltar las riendas y dejar que los caballos trotaran libremente por la orilla, sintiendo la brisa y el agua en las patas.

Fue una sensación de libertad y de conexión con la naturaleza que nunca olvidaré. Los caballos parecían disfrutar tanto como nosotros, y se notaba que estaban acostumbrados a este tipo de paseos.

 

Paseos a caballo en la playa
Amanecer en Águilas

 

Lo que me pasó en estos paseos a caballo en la playa

Yo montaba a Luna, la misma yegua blanca del primer día, y me sentía muy cómoda con ella.

La solté y la dejé correr por la arena tal y como dijo Félix, mientras yo disfrutaba de la sensación de libertad y felicidad.

De repente, vi que Luna se acercaba a un grupo de gaviotas que estaban en la orilla, y que al verla se asustaron y echaron a volar.

Luna se asustó también, y dio un pequeño salto hacia atrás en un leve corcoveo, haciendo que yo perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

Por suerte, no me hice daño, pues caí sobre la arena blanda y al tiempo que una ola moría en la playa.

Luna se dio cuenta de lo que había pasado y se acercó a mí con una expresión de disculpa en un arrumaco con su hocico y lleno de cariño.

-No pasaba nada, todo está bien– le dije acariciándole el cuello. El monitor vio lo ocurrido, y vino al galope a ayudarme a levantarme.

-Paloma ¿estás bien? -me preguntó muy preocupado -Sí, todo bien y en su sitio, ha sido un susto y un momento entrañable con Luna -Le dije.

Félix, el monitor, me dijo que estas cosas pasan a veces con los caballos, que son animales sensibles e impredecibles.

Me dijo que no me preocupara, que Luna era una buena yegua, y que seguro que no volvería a pasar. Me ayudó a subirme de nuevo al caballo, y seguimos el paseo por la playa.

Estuvimos unos 40 minutos en la playa, y luego volvimos al cortijo por otro camino, que nos permitió ver otras vistas más agrestes del paisaje.

 

Paseos a caballo en la playa
Toda una experiencia única

 

Tras el paseo a caballo en la playa nos esperaba un desayuno de campeones

Al llegar, dimos las gracias a Félix y nos fuimos a desayunar al cortijo.

Allí nos esperaba un desayuno completo, con zumo de naranja natural, café, tostadas, mermelada, queso, tomate, jamón y fruta.

Después de reponer fuerzas, decidimos ir a visitar el Parque Regional de Cabo Cope y Puntas de Calnegre, que se extiende desde Calabardina hasta Puntas de Calnegre, abarcando 17 kilómetros de costa virgen.

Para ir al Parque Regional, cogimos un taxi que nos llevó hasta la playa de Calabardina, donde empezaba el sendero que recorre el parque.

 

Paseos a caballo en la playa
Ruta por el Parque Regional de Cabo Cope y Puntas de Calnegre

 

Se trata de un sendero fácil y bien señalizado, que va bordeando la costa y pasando por diferentes playas y calas de las cuales solo voy a citar algunas:

 

Paseos a caballo en la playa

 

Playa de la ensenada de la fuente, Playa del sombrerico, Playa del charco, Playa del Rafal, Playa de la rambla de Elena, Playa del Saladar, Playa del pozo de las huertas, Cala de los abejorros, Playa de la galera, Cala Blanca, Cala grúa y leño, Punta Bela

 

Paseos a caballo en la playa

 

Todas ellas tienen un encanto especial, con aguas cristalinas y fondos marinos llenos de vida.

 

Paseos a caballo en la playa
Playa Calabardina

 

El parque también tiene una gran riqueza vegetal, con especies como el palmito, el tomillo, el romero o el esparto.

 

Paseos a caballo en la playa
Playa Punta de Calnegre

 

Y una fauna variada, donde destacan las aves como el cormorán moñudo, la gaviota patiamarilla o el halcón peregrino.

El sendero es muy cómodo y la ruta se puede hacer en unas 5 horas aproximadamente. Nosotros lo hicimos con calma, parando a descansar y a bañarnos en algunas playas.

Llevamos un picnic que nos prepararon en el cortijo, con bocadillos, fruta y agua. Comimos en la Cala de Calnegre, cerca del chiringuito El Líos, una de las bonitas del parque.

En el chiringuito pudimos tomar algo fresco y disfrutar del ambiente y tuvimos suerte porque era el último día de la temporada, ya que cierran en otoño.

Después de comer, seguimos el sendero hasta llegar a Bolnuevo, donde cogimos otro taxi que nos llevó de vuelta al cortijo.

 

Paseos a caballo en la playa
Playa de Bolnuevo

 

Y de vuelta

Hay otras calas y playas que visité en el paraje de «Cuatro Calas» que están muy cerca del cortijo y de las que te hablaré más adelante.

Algunas de las más bonitas son la playa de La Carolina, la cala de La Cueva de las Palomas, la cala del Hornillo y la cala Blanca.

Llegamos al cortijo sobre las seis de la tarde, cansados pero contentos.

Nos dimos una ducha y nos relajamos un rato en la piscina. Luego fuimos a cenar al restaurante del cortijo, donde nos sorprendieron con un menú degustación basado en los productos del mar.

Probamos platos como las gambas rojas a la plancha, el pulpo al horno con patatas panaderas, el atún encebollado con tomate o el pastel de merluza con salsa de almendras.

Todo estaba exquisito y bien maridado con un vino blanco de la zona. De postre nos sirvieron un helado artesano de limón con hierbabuena, muy refrescante y digestivo.

Después de cenar, nos fuimos a dormir pronto, pues al día siguiente teníamos previsto visitar la ciudad de Águilas y sus interesantes rincones.

 

Visita a Águilas y sus alrededores

Nos levantamos sobre las nueve de la mañana, desayunamos en el cortijo y cogimos un taxi que nos llevó al centro de Águilas.

Águilas es una ciudad costera con mucha historia y cultura, que ha estado habitada desde la época paleolítica.

Su origen como ciudad se remonta al siglo XVIII, cuando se construyó el puerto para facilitar el comercio con América.

Desde entonces, Águilas ha sido testigo de importantes acontecimientos históricos, como la invasión napoleónica, la Guerra Civil o el boom turístico.

 

Vista de la Bahía de Águilas desde el castillo
Vista de la Bahía de Águilas desde el castillo

 

El castillo

Lo primero que hicimos fue visitar el castillo de San Juan de las Águilas, una fortaleza del siglo XVIII que se alza sobre un cerro que domina la bahía.

El castillo se puede visitar por dentro, donde se puede ver una exposición sobre su historia y su función defensiva. Desde lo alto del castillo se tiene una vista panorámica de la ciudad y el mar, que merece la pena contemplar.

Después de visitar el castillo, bajamos por unas escaleras hasta llegar al paseo marítimo, donde se encuentra el monumento al Carnaval, una escultura de bronce que representa a un grupo de personajes típicos de esta fiesta.

El Carnaval de Águilas es uno de los más famosos y antiguos de España, declarado de Interés Turístico Internacional. Se celebra en febrero o marzo, y dura unos diez días.

 

El paseo marítimo y el puerto

Seguimos por el paseo marítimo hasta llegar al puerto pesquero, donde pudimos ver los barcos atracados y las lonjas donde se subasta el pescado fresco.

El puerto es el centro económico y social de Águilas, y también el lugar donde se puede tomar un barco turístico que recorre la costa y permite ver las calas y cuevas más escondidas.

Nosotros decidimos hacer este paseo en barco, que duró unas dos horas y nos encantó.

Vimos lugares como la isla del Fraile, una pequeña isla con forma de monje que tiene una playa privada y una torre vigía.

 

Playa Amarilla
Playa Amarilla

 

También vimos la cueva del Arco Iris, una gruta marina donde se reflejan los colores del arco iris; o la cala Amarilla, una cala de arena blanca y aguas turquesas.

 

Cuevas en la Playa Amarilla
Cuevas en la Playa Amarilla

 

Al volver del paseo en barco, nos fuimos a comer a un restaurante cerca del puerto, donde nos recomendaron probar un plato típico de Águilas: el zarangollo.

El zarangollo es una especie de huevos revueltos atortillados con calabacín, cebolla y patata, que se suele acompañar con pan y tomate. Me gustó mucho su sabor suave y casero.

 

Puerto de Águilas
Puerto de Águilas

 

El embarcadero del Hornillo

Por la tarde, cogimos un autobús que nos llevó a visitar uno de los lugares más emblemáticos de Águilas: El Hornillo.

El Hornillo es una antigua estación ferroviaria que se construyó a finales del siglo XIX para transportar el mineral de hierro desde las minas cercanas hasta el puerto.

 

Embarcadero El Hornillo
Embarcadero El Hornillo

 

Tiene un aspecto singular, con un gran puente metálico que cruza una bahía y unos enormes depósitos cilíndricos donde se almacenaba el mineral.

Es un ejemplo de la arquitectura industrial del siglo XIX, y también un lugar con mucho encanto y nostalgia.

Después de ver el Hornillo, volvimos al centro de Águilas y nos dimos una vuelta por sus calles comerciales y sus plazas.

 

Antigua vía férrea industrial El Hornillo
Antigua vía férrea industrial El Hornillo

 

De paseo por el centro de Águilas

Una de las más bonitas es la plaza de España, donde se encuentra el ayuntamiento, un edificio neoclásico con una fachada blanca y unas columnas corintias.

En la plaza también hay una fuente con una escultura de un águila, el símbolo de la ciudad.

Otra plaza que me gustó fue la plaza de Antonio Cortijos, donde se encuentra el teatro-cine Velasco, un edificio modernista de principios del siglo XX que tiene una sala de cine y un auditorio.

En el teatro se pueden ver películas, obras de teatro, conciertos y exposiciones.

Terminamos el día cenando en una pizzería que nos habían recomendado, donde nos sirvieron unas pizzas caseras y unas cervezas artesanas.

Después de cenar, nos fuimos a tomar una copa a un pub irlandés que había cerca, donde había un ambiente muy animado y divertido.

Nos lo pasamos muy bien, y nos fuimos a dormir al cortijo a medianoche.

 

Paseo por la playa al atardecer y buceo en la isla del Fraile

El último día de nuestro viaje lo dedicamos a disfrutar de dos de las actividades más emocionantes que se pueden hacer en Águilas: un paseo por la playa al atardecer y un buceo en la isla del Fraile.

 

Paseos a caballo en la playa
Atardecer en Águilas

 

Por la mañana, desayunamos en el cortijo y nos relajamos un rato en el complejo disfrutando de la tranquilidad del lugar.

 

De buceo

Luego cogimos un taxi que nos llevó hasta el centro de buceo que habíamos reservado, situado cerca del puerto.

Allí nos recibieron unos instructores profesionales, que nos dieron el equipo necesario y nos explicaron las normas de seguridad y el funcionamiento del buceo.

Nos dijeron que íbamos a bucear en la isla del Fraile, uno de los mejores lugares para practicar este deporte en Águilas.

 

Isla del fraile
Isla del fraile

 

La isla del Fraile tiene una profundidad máxima de 25 metros, y alberga una gran variedad de especies marinas, como meros, morenas, pulpos, langostas y nudibranquios.

Nos subimos a una lancha que nos llevó hasta la isla, donde nos pusimos el equipo y nos lanzamos al agua.

El agua estaba a una temperatura agradable, y tenía una visibilidad excelente. Nada más sumergirnos, nos quedamos maravillados con el espectáculo que se ofrecía ante nuestros ojos.

Tenía enfrente de mí un fondo rocoso lleno de colores y formas, donde se movían cientos de peces de todos los tamaños y tonalidades.

El instructor nos fue guiando por diferentes puntos de interés, como una cueva donde había una morena enorme, o un arrecife donde vimos un pulpo camuflado entre las rocas.

También vimos restos de antiguos naufragios, un pesquero hundido que ahora es un pecio marino que forma un arrecife donde habitan varias especies marinas.

El buceo duró unos 40 minutos, y luego volvimos a la lancha y regresamos al centro de buceo. Allí nos quitamos el equipo y nos dieron unas toallas para secarnos.

Me sentí muy orgullosa y feliz de haber vivido esta aventura submarina, y me hice unas fotos con los instructores para recordarla.

Después del buceo, nos fuimos a comer a un restaurante cerca del puerto, donde pedimos unas tapas variadas, como boquerones en vinagre, ensaladilla rusa, croquetas de bacalao o patatas bravas.

Todo era abundante y estaba muy rico. Lo acompañamos con unas cañas bien frías.

Por la tarde, volvimos al cortijo para prepararnos para el último paseo por la playa al atardecer.

 

El último paseo a caballo en la playa

Nos cambiamos de ropa y fuimos al centro ecuestre, donde nos esperaban los mismos caballos que habíamos montado los días anteriores.

Nos subimos a ellos y seguimos al monitor por otro camino que nos llevó hasta el paraje «Cuatro Calas» formado por las playas de La Higuerica, la playa de La Carolina, la cala de La Cueva de las Palomas, y la cala Blanca.

 

Playa la Carolina
Playa de La Carolina

 

Es un paisaje natural protegido formado por cuatro calas con singulares formaciones rocosas y el volcán extinto Punta Parda.

Nosotros fuimos a La playa de La Carolina es una playa virgen de arena fina y dorada, rodeada de dunas fósiles vegetales y acantilados.

En las zonas más rocosas hay unas cuevas que recuerdan a los escondites piratas.

Tiene unos tres kilómetros de longitud y forma parte del Parque Regional Cabo Cope y Puntas de Calnegre.

Al llegar a la playa, el sol empezaba a esconderse por el horizonte, creando un juego de luces y sombras sobre el cielo y el mar.

 

Paseos a caballo en la playa
Atardecer en la playa

 

Fue otro espectáculo impresionante, que me llenó de emoción. Félix nos dijo que podíamos galopar por la orilla, sintiendo la velocidad si nos atrevíamos.

El paseo por la playa al atardecer fue una de las experiencias más bonitas y románticas que he vivido.

Sentir el viento en el pelo, el sol en la cara, el agua en los pies y el caballo bajo el cuerpo fue una sensación de plenitud y armonía.

Los caballos parecían disfrutar tanto como nosotros, y se notaba que estaban acostumbrados a este tipo de paseos.

Estuvimos unos 40 minutos en la playa, y luego volvimos al cortijo por otro camino, que nos permitió ver otras vistas del paisaje. Al llegar, fuimos a ducharnos y cambiarnos para ir a cenar.

 

La despedida

La última cena en el cortijo fue muy especial, pues nos prepararon un menú sorpresa con los mejores platos de la gastronomía de Águilas.

Nos sirvieron una ensalada de tomate, queso fresco y albahaca, una sopa de pescado con fideos, un solomillo de ternera con salsa de setas y patatas gratinadas, y de postre una tarta de chocolate con nata.

Todo estaba delicioso y bien presentado. Además, nos pusieron una botella de cava para brindar.

Después de cenar, me despedí de los dueños del cortijo, que me regalaron unos recuerdos hechos a mano con motivos ecuestres.

Me dijeron que esperaban volver a verme pronto y yo les agradecí su hospitalidad y su trato.

Me fui a dormir, feliz y satisfecha por haber vivido unos días inolvidables en el Campo de Águilas.

Al día siguiente, salí al amanecer de vuelta a Madrid. Durante el viaje, recordé las mejores anécdotas y momentos del viaje, y me prometí volver a repetirlo algún día.

Este ha sido el relato de mi viaje de cuatro días a Águilas, donde disfruté de unos paseos a caballo por la playa que me hicieron sentir viva y feliz.

Si te gustan los caballos y el mar, te recomiendo que no te pierdas esta oportunidad de vivir una aventura única e irrepetible.

Puedes hacer tuyo este estilo de vida haciendo tuyo este cortijo que forma parte de un complejo rural ecuestre rodeado de naturaleza viva. Pulsa sobre la foto para conocer todos los detalles.

 

Paseos a caballo en la playa
Cortijo EL Labradorcico

 

Águilas es un destino ideal para desconectar del estrés y conectar con la naturaleza, la historia y la cultura.

Además, tiene una gastronomía deliciosa y variada, que hará las delicias de tu paladar.

No lo dudes más y reserva tu visita.

Te aseguro que no te arrepentirás.

¡Te esperan unos paseos a caballo en la playa que nunca olvidarás!

 

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